Fue una brevísima escapada de menos de 24 horas a los campos de lavanda de Brihuega. Detallaré los datos de los campos que visitamos y el lugar de pernocta por lo que este relato se quedará limitado a poco más que un breve reportaje fotográfico.

Nuestro destino era Brihuega y nuestra llegada estaba prevista para la tarde tratando de evitar el calor que nos venía castigando desde hacía días, aunque en el día escogido, disfrutamos de un breve paréntesis que nos permitió visitar los campos sin sentir los rigores del julio en los campos de Castilla la Mancha.

De Brihuega tan solo nos separaba una hora. Aparcamos en 40.7641, -2.8729 un lugar que figura como punto de pernocta pero que no nos gustó nada y pensamos en buscar otro más de nuestro agrado. Desde aquí nos dirigimos al corazón de esta localidad en donde encontramos su calle principal decorada con originales motivos del color de la lavanda, paraguas abiertos que cuelgan, sombreros, telas…y a ambos lados distintos puestos con productos relacionados con la lavanda, desde jabones, hasta helados.

Llegamos hasta la plaza para retomar el camino de regreso topándonos con los lavaderos y la fuente de los doce caños.

Después de esta breve parada nuestro destino fueron los campos 1 y 2, en la carretera Gu-925, coordenadas 40.75763, -2.78483. 

Estos campos están a ambos lados de la carretera aunque disponen de aparcamientos, también a ambos lados, su tamaño es reducido aunque encontramos sitio.

El primer campo visitado se extiende a lo largo de una suave loma por lo que la vista asciende entre los surcos sembrados de morado. Nosotros caminamos subiendo entre las hileras moradas de lavanda y el zumbido de las abejas, hasta perder de vista a la gente e internarnos en otro campo  anexo. Y aquí la soledad fue completa por lo que pudimos disfrutar de la magia del color.

Descendimos y nos dirigimos al otro que se encuentra justo al lado contrario de la carretera. Es una zona más plana por lo que la vista abarca una mayor extensión. Ambos son realmente hermosos cada uno a su manera: uno en una loma ascendente y otro en una planicie

Tras la puesta de sol y de disfrutar de esa luz sobre los campos, regresamos a Malacuera, una localidad muy pequeña y muy tranquila (40.754186, -2.829746) en una especie de explana abierta donde decidimos pasar la noche.

A la mañana siguiente nos dirigimos a Brihuega y tomamos la CM 2005. A lo largo de ella tenía señalados tres lugares distintos, pero adelanto que el único que existe y merece realmente la pena son los campos 3 y 4 en las coordenadas 40.788886, -2.850719 donde hay habilitado un gran aparcamiento donde permiten la pernocta. Allí había dos o tres autocaravanas.

Se trata de una gran extensión, llana donde la vista se pierde entre el morado de las lavandas que se extienden por los surcos hacia el horizonte donde se recortan los picos de una sierra. Creo que el atardecer y amanecer en este lugar deben ser muy hermosos. Yo rechacé pasar aquí la noche porque pensé que podríamos estar solos y al estar en la misma carretera quedábamos muy expuestos, pero sin duda las vistas merecen la pena.

Y caminamos por los surcos alejándonos de la carretera, de la gente, que aunque no había mucha, si “contaminaban”  la vista de  este paisaje único donde el hombre y la naturaleza se han sumado consiguiendo una  belleza que llena el alma.

Y al igual que ayer, hay algo que reina alrededor además del color violeta de las lavandas: el sonido del zumbido de los miles de abejas que trabajan afanosamente recogiendo el néctar de las pequeñas flores que forman otra mayor. Ellas van y vienen. Su trabajo en cada una es de segundos, apenas puedo fotografiarlas y van de una a otra. No parece que las molestemos, ni ellas a nosotros.

Y de vez en cuando nos detenemos para  girar sobre nosotros mismos y contemplar la belleza del paisaje que nos rodea. Escuchar a la vez el sonido de los insectos, es toda una experiencia y un sencillo placer, maravilloso y gratuito como todos los mejores.

Y no dejo de agradecer a los agricultores las facilidades que dan al visitante para compartir este lujo que nos ofrece su trabajo  y la naturaleza.

Continuamos por esta carretera en busca de los otros dos lugares que tenía anotados, pero no hallamos ninguno más. Y lo mismo ocurrió en dirección a Muduex por la CM 100 donde estaban los campos 35 y 36, pero para nuestra decepción, no encontramos ninguno, ni siquiera signos de que en su día hubieran existido.

Así que sobre las 12 del día siguiente al de nuestra partida, dimos por terminada esta brevísima pero hermosa escapada a los campos de lavanda.

Mª Angeles del Valle Blázquez
Boadilla del Monte, Julio de 2025